Rompí esquemas para reflejar mejor la realidad
Pedro de la Hoz – Foto: Roberto Chile – Granma.- Cuando 27 años atrás logró que los directivos de Venezolana de Televisión aprobaran Dossier, Walter Martínez sabía que se hallaba en condiciones de dar un vuelco a la tónica de los informativos, que entonces como ahora, ya sea en los noticieros y revistas de los canales de programación general como en los especializados de 24 horas continuas, responden a determinadas convenciones.
“Lo importante para mí no era dar la noticia ni comentarla fríamente, sino analizarla en su devenir, mostrar antecedentes, ubicar contextos, evidenciar el vínculo entre diversos fenómenos y realidades en apariencia inconexos y ofrecer elementos de juicio para que el televidente pudiera evaluar por sí mismo las situaciones. Por eso insisto que se trata de valorar los acontecimientos en pleno desarrollo”.
Este concepto, dicho de un tirón pero largamente madurado, fue compartido por el experimentado periodista con el redactor de estas líneas durante una reciente semana de trabajo en común en la República de Ecuador, donde ambos tuvimos la oportunidad de registrar in situ los efectos de la mano sucia de la transnacional norteamericana Chevron en la Amazonía.
Allí pude comprobar que Dossier no solo es un proyecto consolidado sino también una familia bien llevada. Detrás de la hora de emisión diaria de lunes a viernes que vemos en Cuba por TeleSur, a quien Walter cedió desinteresadamente los derechos de transmisión —la salida al aire original sigue correspondiendo a Venezolana de Televisión—, está la impronta del segundo al mando de la nave, el diligente y atento Ricardo Guevara; la chispa de los camarógrafos y la consagración de un reducido equipo de búsqueda de imágenes satelitales y documentación complementaria, todo con el Profe al frente de una unidad que se autogestiona.
“La dinámica del equipo la pone el Profe —dice Guevara, un mulato que cada vez que viaja a Cuba rinde culto a sus orishas—: él parece el más joven de nosotros y nos conmina a la perfección. Tú lo has visto salir del estudio e internarse en la selva, pues no ha dejado atrás el espíritu reporteril”.
Walter nació en Montevideo, muy cerca del mar, pero miró siempre las alturas. De ahí que su vocación inicial lo llevara a la Academia de Aviación. Luego encaminó sus pasos al periodismo y lo ejerció en medio de lides políticas y frentes de guerra. Entre sus anécdotas preferidas cuenta la ocasión en que tuvo que entrevistar al dictador nicaragüense Anastasio Somoza y este exigió que la conversación fuera en inglés. Walter no se plegó y le habló en español todo el tiempo, sacando de sus casillas al sátrapa.
“Dossier obviamente es mi criatura preferida, por el ingente trabajo que demanda y la satisfacción de convocar una audiencia numerosa, tanto en Venezolana de Televisión, como luego en TeleSur. Ha habido momentos en que se ha ido por encima del rating de las telenovelas —confiesa—. Rompí esquemas en el propio diseño del espacio. Al principio me cuestionaban por qué permanecía de pie, delante de pantallas que me servían como un pizarrón. Mi objetivo era explicar mejor la realidad, acercarla al televidente desde un punto de vista que no tenía precedentes. Pretendía facilitar una comprensión dialéctica de los asuntos con mi presencia por delante”.
En las jornadas junto a Walter aprecié su extraordinaria cultura y un fino sentido del humor. Más de una vez se refirió, por ejemplo, a “mi visión monocular” y a la gracia que le causaba que “me confundan con un pirata”. Una década después de instalarse en Venezuela, sufrió un accidente doméstico en 1979, causante de una cicatriz en el ojo derecho. “Pero con el izquierdo te juro que tengo tremenda puntería y el parche vuelve locas a mis fanáticas”, bromea.
Disfruta la ópera y la música clásica y a la vez siente pasión por el tango y las obras de los icónicos cantautores de Iberoamérica. Lector infatigable ha conseguido conjugar la avidez informativa con el puro placer intelectual al descifrar la escritura.
A flor de piel siente un vacío: la pérdida de Hugo Chávez: “En medio de su enfermedad, desde Cuba, un día me llamó por teléfono, gesto que nunca olvidaré. No fue, es un gigante por cuyo legado tenemos que luchar”.
Con Cuba Walter mantiene una relación intensa:
“No olvides que soy de una generación que en Uruguay vivió el triunfo de la Revolución de Enero como si fuera propia. En 1961 marché a Punta del Este a apoyar al Che; queríamos encontrarnos con él”.
Ha viajado en los últimos años más de una vez a la Isla. En una de esas visitas llegó a una casa de abuelos: “Casi me matan del corazón. No me dejaban respirar de tanto amor. Ahora me entero de que hay una locutora de la TV Cubana que al anunciar mi programa en la cartelera del Canal Educativo 2, tiene la deferencia de adjetivar ‘el esperado Dossier’. Es un detalle conmovedor”.
Está al tanto de las transformaciones en la nación antillana, apuesta por el éxito del proceso y confía en la conducción política y la dimensión humana de Raúl Castro: “Cuba nos da lecciones todos los días”.
Y como para dejar más claras las cosas, revela:
“Tengo el enorme privilegio de contar con un telespectador muy especial, sumamente crítico, agudo y perspicaz. Su visión de futuro es sencillamente impresionante y su inteligencia y sabiduría rebasan cualquier medida. Entre mis entrevistados le concedo la más alta jerarquía, pero también he tenido el lujo de haber conversado con él fuera de cámara. Ya te imaginas de quién hablo: todos los caminos conducen a Fidel”.
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